sábado, 7 de noviembre de 2015

Lo más difícil que he escrito.

Los últimos meses fueron especialmente intensos desde la última vez que publiqué algo aquí. Pasaron cosas muy emocionantes y cosas muy tristes en mi vida.

Me considero casi o más soñadora que John Lennon; procuro que mi día valga la pena porque "uno nunca sabe" pero en la vida hay muchas cosas que se escapan de las manos, injustas y dolorosas que nunca logras entender, sólo aprendes a vivir con ellas.

Hay personas buenas y personas malas, llenas de luz o llenas de oscuridad, pero siempre únicas. Mi abuela era muchas cosas: alegre, estricta, cariñosa, elegante, arrecha y única. 

Por supuesto que nada dura para siempre y el ser humano difícilmente está preparado para la pérdida de un ser querido, pero cada quien maneja el duelo como puede y sigue viviendo.

¿Cómo se hace cuando la estela que deja una persona es tan grande? Puedo recordar a mi abuela de muchas maneras y mi admiración hacia ella será  infinita. 

Al final de su vida la atención se fue centrando en otras cosas, porque el cáncer es así, te succiona el alma desde el momento en el que sabes que está presente. 

La vida comienza a girar en torno a tratamientos convencionales y no convencionales, terapias espirituales y al miedo.

Mi abuela arrecha como era, decidió en el 2011 "cancelar" el regreso de su enfermedad. Incomprensible para muchos, respetamos su decisión.

El cáncer no para de crecer por sí sólo, al menos el de ella no lo hizo y siguió su rumbo hasta que se la llevó.

Esta enfermedad tiene la particularidad de afectar al paciente y a quienes lo rodean, así que inmediatamente uno se hace experto de estadísticas, esperanza de vida, síntomas, etc. Esto puede ser bueno o malo, porque en medio de la negación es muy doloroso descubrir por ejemplo que quien quieres se ganó el premio de "la mala suerte" al tener un tipo de cáncer no tan común y potencialmente mortal.

Hacer planes a largo plazo en la etapa terminal de esta enfermedad también es muy aterrador, porque mientras hay vida hay esperanza pero mientras que ves como día a día se apaga una persona, la esperanza muere con ella.

En lo que sí creo que nos premió Dios -porque nuestra fe nunca se quebrantó, se hizo mas fuerte- Es que mi abuela fue prácticamente ella hasta el final. Su misma voz, su misma esencia, mi abuela incluso murió bromeando con mi primo; su cuerpo cansado y débil sí encajaba dentro de las características de una metástasis en el hígado, pero su espíritu no.

Duele, duele mucho.


El mismo día que se fue presencié la muestra de amor mas grande que mis ojos han visto, un amor casi palpable, el de mi abuelo.


Cada día que estamos con él, nos demuestra que el amor para siempre sí es posible, con los malos y los buenos momentos, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte, sí es posible; en el peso de los años se incluyen toneladas de sabiduría, ya al amor no lo alimentan las ganas de comerte el mundo, ni la lujuria, se mantiene por el camino recorrido y por el gozo de querer.


La memoria actúa de una manera curiosa, y sí, quizás el recuerdo que conservas de una persona es más bien uno creado por ti mismo, en pocas palabras, con los años recordamos como queremos recordar... y yo soñadora como soy, lo haré siempre.


Un abrazo gigante a quienes como yo viven o han vivido algo similar y ojalá que como mi abuela, las almas de estas personas brillen incluso hasta después del final.




Mis abuelos junto a mi en Febrero de 2014


Gaby.